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48 Pág. Rincón policial El inspector Carrados

 

El Comisario Calderón tenía una cara de complacencia que aumentó a una sonrisa cuando vio que Juan Diablo casi no “inflaba” a los recios Detectives que lo asediaban; sus ojos estaban clavados en la tarea que hacían Carrados y González.

Finalmente, cuando tenían la botella armada con pegamento, Carrados le hizo una seña a su Jefe y el Comisario de un salto se puso de pie.  Con una amplia sonrisa vio el envase de vidrio toscamente armado.

—Mire, Jefe, sólo le falta el gollete  y un largo pedazo de vidrio.
El Comisario se volvió hacia los policías que rodeaban desde hacía horas al individuo.
—¡Basta, muchachos, es suficiente! —se volvió al detenido que comenzó a transpirar y ya había abandonado su cara de insolente.
—Caballeros, vuelvan al sitio del suceso y busquen el gollete que falta. ¡Ah… y sobra decirles que cuiden las huellas digitales!

 

*Burladores Burlados

Al rato regresaron con el cuello faltante del envase de vidrio, cuidando no borrar las huellas de los dedos de quien la haya estado usando. Entre extrañados y burlones, los  encargados de interrogar al detenido, se apartaron del escritorio con miradas irónicas.

—¿Qué pasa, Jefe, acaso Carrados ya descubrió el crimen con solo mirar?  ¡Uuuuh, este Carrados, siempre  tan despierto! Ja ja ja ja já.
—Ya que ustedes son inhábiles en solucionar un homicidio, tengo que recurrir a  funcionarios que sí hacen la labor para lo que estudiaron —fue la dura observación del veterano Comisario.

El Inspector Carrados y su ayudante el Detective González, tomaron palco en silencio; se quedaron a un lado del mueble con los brazos cruzados.

El Comisario Marín, actuó como si fuera un mago ilusionista. Ante los ojos de Juan Diablo, más abiertos que lo normal y que respiraba con la boca abierta, pues le faltaba el aire,  tomó la camisa blanca ensangrentada de la víctima y la volteó un par de veces ante los intrigados Detectives. Colocó la palma de su mano por detrás de  la región precordial y dejó al descubierto el corte por donde clavaron el arma homicida,  un presunto cuchillo;  la sorpresa de los investigadores fue grande cuando vieron  que el tajo presentaba la forma de una media luna.